dos décadas de experiencia en el escenario, donde el trabajo físico y emocional es una constante. La intensidad de la danza me llevó a explorar formas más profundas de entender el movimiento y el cuerpo, y fue así como descubrí el Método Feldenkrais. Este método ha sido una revelación, no solo para equilibrar mi cuerpo después de años de desgaste físico, sino también para refinar mi percepción sobre cómo nos movemos y cómo podemos reorganizar nuestro movimiento de manera más eficiente.
Lo que diferencia mis clases es precisamente esta larga trayectoria como bailarina, que me ha permitido desarrollar una sensibilidad única hacia las sensaciones que otras personas experimentan al moverse. Mi experiencia me permite guiar a mis alumnos con empatía y precisión, ayudándoles a transformar sus patrones de movimiento y mejorar su bienestar general. En mis clases regulares de Feldenkrais, siempre conecto los movimientos con las necesidades cotidianas y las exigencias físicas que encontramos en la vida diaria.
Además de ser una expresión artística, es una práctica enormemente beneficiosa para el cerebro. Como destaca Nazareth Castellanos, la danza tiene un impacto profundo en la neuroplasticidad y mejora las conexiones neurológicas, potenciando tanto la memoria como la coordinación y la creatividad. Es por eso que también integro la danza en mis clases, ofreciendo a mis alumnos no solo una experiencia corporal más rica, sino también un impulso cognitivo que mejora su bienestar integral.