Lo que vivimos en los talleres del Método Feldenkrais en Sevilla (marzo-abril)
Hay algo especial en enseñar este trabajo con el Método Feldenkrais a personas que no vienen del mundo de la danza. Tal vez porque lo que se despierta es más crudo, más libre. Como si el cuerpo recordara algo que siempre estuvo ahí, esperando ser escuchado sin técnica ni propósito, a través de la conciencia corporal y la exploración del movimiento.
Al terminar uno de los talleres alguien dijo: “Agradezco sentirme tan desinhibido.” Y no era una frase suelta. Era la voz de un cuerpo que había encontrado una forma nueva de estar consigo mismo, de moverse sin corregirse, sin compararse, sin pedir permiso, experimentando una mayor libertad de movimiento.
Fue una sesión de juego, de pausa, de escucha atenta al movimiento consciente. Un chico habló de su cuello más liviano, de una respiración que se abría como si por fin el cuerpo soltara una vieja trampa, liberando tensiones corporales. Dijo algo como “mi espalda encontró una rendija por donde empezar a salir de este dolor.” Y aunque no fueran sus palabras exactas, ese fue el gesto. Y ese gesto dice mucho sobre el alivio del dolor de espalda a través del Feldenkrais.
Durante casi veinte años trabajé con compañías de danza en Europa, investigando el movimiento desde la escena y desde el cuerpo cotidiano. Impartí clases en teatros, centros coreográficos y festivales en distintos países. Pero volver a Sevilla y compartir aquí lo que he aprendido, lo que he vivido, lo que sigo descubriendo… eso es algo diferente. Es una forma de arraigar lo que antes era solo tránsito, ofreciendo talleres del Método Feldenkrais en Sevilla.
Yo me sentí profundamente agradecida. Porque durante años he compartido este modo de entender el movimiento con bailarines, artistas, profesionales del cuerpo. Y ahora poder ofrecerlo aquí, en Sevilla —mi ciudad—, a personas que simplemente quieren moverse con más gusto, con más libertad, con más sentido… es algo que me toca de cerca.
No se trató de aprender pasos, ni de hacer bien un ejercicio. No buscamos simplemente sentirnos “mejor”, como quien se quita una carga. Buscamos sentirnos distintos: más conectados, más atentos, más abiertos a lo que no sabíamos que podía moverse dentro. Se trata de afinar el oído interno, encontrar lo que se siente bien, y seguir eso. Escuchar las sensaciones como si fueran una brújula para un movimiento sin esfuerzo.
Eso que para mí es tan cotidiano como respirar —porque llevo años viviendo así, moviéndome así, decidiendo desde ahí— ver que también puede tocar a otros, en unas pocas horas, y despertar entusiasmo, creatividad, ligereza… es algo que aún me sorprende del aprendizaje somático. Si te interesa, puedes leer más sobre neuroplasticidad y cuerpo en movimiento (en inglés). Y puedes saber más sobre mi trayectoria aquí.
Mi formación como bailarina profesional y mi trabajo con el método Feldenkrais para la mejora del movimiento no son compartimentos. Se funden. Se hibridan. No sabría separar una cosa de la otra, como no se separa el ritmo del pulso. Este trabajo no es una herramienta para bailar mejor (aunque sí lo es). Es una forma de estar, de pensar con el cuerpo. De tener criterio desde la sensación. De moverse mejor no porque alguien lo diga, sino porque una sabe lo que le conviene. Porque después de tantos años, una aprende a escucharse mejor que cualquier experto en reeducación del movimiento.
Por eso este tipo de encuentros, para mí, son más que una clase o un taller de autoconciencia a través del movimiento. Son una forma de devolver. De hacer circular un conocimiento que aquí, en Sevilla, apenas se conoce con la profundidad y el saber hacer que requiere. Me parece necesario abrir estos espacios, porque el movimiento lúcido, placentero y lleno de sentido no puede ser un privilegio exclusivo de los profesionales. Es vital para cualquiera que quiera sentirse más vivo, más despierto, más presente, mejorando su calidad de vida.
En estos grupos hubo risas, juego, intimidad. Gente muy distinta en edad, cuerpo e historia, pero con el deseo común de dejarse sorprender a través de la exploración corporal. Y eso es todo lo que hace falta para que algo nuevo empiece. Los cuerpos se aflojaron, las ideas se soltaron también. La creatividad se volvió una manera de pensar, no una meta. Algunos descubrieron que el movimiento puede ser un juego sin resultado. Y que justamente ahí, sin exigencia, aparece la vitalidad y el bienestar emocional.
Al final, en la puesta en común, escuché palabras que me emocionaron. Curiosidad, ganas de más, de seguir explorando. Muchos dijeron que querían volver a las clases de Feldenkrais. Y volveremos. Porque este es solo el inicio. Habrá nuevos encuentros, nuevas preguntas, nuevas maneras de descubrirnos en movimiento.
Quizás no sepas exactamente qué estás buscando. Pero si algo en ti quiere moverse con menos esfuerzo, con más sentido, con más juego… tal vez este sea tu lugar para experimentar el Método Feldenkrais en Sevilla. Las puertas están abiertas. El próximo encuentro ya está latiendo.
Dale al PLAY ⤵️
Así vivimos el taller intensivo de «El Pulso que nos Anima»
¿Quieres ver más imágenes, vídeos y fechas? Puedes seguirnos en nuestro perfil de Instagram @feldenkraissevilla o ser parte de nuestra comunidad de apoyo